
¿Qué pasa cuando se asocian el monstruo y la falda, ropa mayoritariamente llevada por las mujeres? Un documental sobre mujeres encarceladas durante la dictadura franquista, acusadas de participar en la rebelión contra el régimen.
Las mujeres suelen ser las grandes olvidadas de la Historia. Sin embargo, ellas también son capaces de desempeñar papeles importantes, hasta convertirse en enemigo para un régimen. De Monstruos y faldas es un documental de 2009, realizado por Carolina Astudillo Muñoz y producido por Milagros Herrera sobre las mujeres encarceladas en la prisión de Les Corts, en Barcelona. Con emoción y testimonios precisos, relatados por tres hijas y un sobrino de prisioneras, el cortometraje recuerda que aunque el edificio se convirtió en un gran almacén, nunca se olvidarán las marcas de un pasado oscuro.
Un documental histórico
Archivos fílmicos y fotográficos generales o de las familias nos permiten tener una mejor comprensión de la realidad de aquel tiempo, en la que el catolicismo estaba muy presente. A través de testimonios, el documental trata de las violencias físicas y del miedo constante de ser ejecutadas. Al mismo tiempo aparece lo que se puede llamar el lenguaje universal de la rebelión, con el puño en alto contra la prohibición de la lengua catalana, vigente en todo el país a lo largo de la dictadura.
La metáfora del hilo de la máquina de coser
La máquina de coser, utilizada para fabricar faldas, remite al título De Monstruos y Faldas, que es una alusión a la expresión empleada para calificar a las mujeres rebeldes: « monstruos con faldas ». Sin embargo, se nota una diferencia entre la elección de la realizadora y la expresión, con una diferenciación en vez de una asociación peyorativa. El cortometraje, que dura menos de treinta minutos, sigue un hilo narrativo sin dar demasiadas precisiones temporales, como el hilo de una máquina de coser que conecta el pasado con el presente y establece vínculos entre las mujeres.

La cuestión del error
Se menciona varias veces la cuestión del error que han cometido las mujeres, porque los testigos recuerdan sus puntos de vista inocentes de niños. En realidad, no cometieron ningún « delito de sangre », y no estuvieron en la prisión « por matar a nadie, ni por robar », lo que muestra la injusticia de la condena. El gobierno no dudaba en recordar a las mujeres encarceladas su « error », empleando el miedo o la provocación, como cuando se imponía un nombre religioso o nombraban Victoria a sus hijos. La palabra remite a la victoria del bando franquista sobre los republicanos al final de la Guerra Civil, que desembocó en la dictadura.
Gracias a los testigos y los dibujos animados que refuerzan el aspecto angustioso de la experiencia de esas mujeres, los espectadores pueden darse cuenta de una realidad terrible, donde los monstruos eran las que luchaban contra un poder abusivo.
Lou Tabarin y Chainez Bendjebbour