
La Pantalla : crítica. París, 2 de septiembre de 1902
En el momento en que el cinematógrafo conoce sus primeros balbuceos y siete años después de su invención, el inventor francés Georges Méliès, presenta las primeras imágenes largas (13 min) de la historia: Viaje a la luna. La cinta se estrenó ayer en el teatro Robert-Houdin en París. Hay que recordar que Méliès es ante todo un hombre de teatro, ilusionista de profesión y también actor (en sus propias cintas). Nacido en 1861, siempre inventó, creó, dibujó decorados para el teatro, y ecribió también para diarios satíricos. Empezó su carrera en 1895 (Una noche terrible, Desaparición de una dama en el teatro Robert Houdin, 1896) cuando asistió a la primera proyección cinematográfica de los Hermanos Lumière.

Viaje a la luna pone en escena un grupo de astrónomos que planean una expedición a la luna. Para lograrla, acuden a una fábrica de inventos increíbles. Ahí suben a un cañón gigante que los dispara hacia el espacio, cayendo en el ojo de una luna de yeso. Llegados a la luna se topan con personajes extraños y una naturaleza exuberante. El regreso a la tierra será memorable y triunfante. La narración de Méliès es una revisión de la historia de Jules Verne: De la Tierra a la luna (1865).La cinta está dividida en dos partes: la primera se abre con la reunión de los astrónomos, (una primera parte construida bajo una forma piramidal), y con la realización del proyecto. La segunda parte se desarrolla en la luna y tiene un carácter más fantástico. En su totalidad, la cinta compuesta de planos fijos no tiene nada innovador. Sin embargo, por primera vez, un inventor francés, experimentó infinidad de trucos fílmicos y bricolajes sorprendentes: hacer desaparecer y aparecer objetos y personajes (de este modo, los Selenitas desaparecen bajo humo y los paraguas se transforman en setas gigantescas), pero también la exposición múltiple, la impresión de imágenes sobre otras, la personificación de elementos cósmicos como la cara descontenta de la luna y las estrellas que tienen rostros humanos. Los trucos son artísticos y sirven para dar un carácter fantástico y mágico a la cinta. Méliès se inspiró de su experiencia en el teatro y transportó al cinematógrafo su ingenio, sus trucos de prestidigitación y sus escenografías teatrales (decorado que se mueve). Además, el teatro le permitió ver en el cinematógrafo otras potencialidades, todavía no percibidas por los Hermanos Lumière. Méliès va más allá de retratar la vida misma (lo que hacen los Hermanos Lumière), proponiendo una historia inventada que nos divierte, con trucos artísticos.
El cinematógrafo es según Georges Méliès, un espectáculo popular con una dimensión mágica y poética. Se puede arriesgar, hablando de “maravilloso científico” ante Viaje a la luna, incluso usando la palabra inglesa: science-fiction. Acaba de nacer el estilo de Méliès.
Ahora, conocemos la cara de la luna.